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ecientemente se reunieron en Miami la representante fascista Liliana Ross y el dirigente anticastrista Días Balart para respaldar al asesino Cony Mac, quien solicitó que Venezuela sea declarada como Estado Terrorista, hizo parte de esta reunión, nada más, y nada menos, que el gusano diputado de la AN del partido AD, William Dávila, éste expresó la solidaridad de la MUD a la actitud adoptada por ellos.
En opinión de Chomsky, la respuesta de los verdaderos terroristas "refleja con bastante precisión las relaciones entre Estados Unidos y varios actores secundarios de la escena del terrorismo internacional". El término terrorismo ha desaparecido para la consideración de los gobiernos poderosos que practican el terrorismo de Estado, al tiempo que controla el sistema de pensamiento y expresión. Para los poderosos la expresión terrorismo sólo adquiere sentido cuando lo práctica el otro bando, no ellos. Recuerda Chomsky que las operaciones de la Gestapo en la Europa ocupada también se "justificaban como procedimiento para combatir el terrorismo". A lo largo de las trescientas páginas de la obra de Chomsky "Piratas y emperadores. Terrorismo internacional en el mundo de hoy" podremos comprobar cómo las principales víctimas del terrorismo internacional han sido los cubanos, los centroamericanos, los latinoamericanos, los libaneses y, últimamente, los iraquíes. Y cómo la mano ejecutora de ese terrorismo, mediante la violación sistemática de la legislación internacional, la provocación constante, el uso de armas prohibidas, la mentira y la manipulación no es otra que la del país más poderoso del mundo y su principal asesino a sueldo, Israel. Ya lo señalaba Noam Chomsky en 1989: "Existen dos formas de abordar el estudio del terrorismo. Se puede adoptar un enfoque literal, tomando el tema en serio, o un enfoque propagandístico, construyendo el concepto de terrorismo como un instrumento al servicio de un sistema de poder determinado". Sin duda, Washington ha elegido el concepto de terrorismo como un instrumento al servicio de un sistema de poder determinado. La opinión pública mundial, y sobre todo la estadounidense, es constante y sistemáticamente engañada por unos medios de comunicación dóciles al servicio del aparato de poder. Hoy la historia se repite en, Palestina, Venezuela, Iraq e Libia con la misma metodología de terror y mentiras.
Según los datos que aporta Chomsky las acciones terroristas más sangrientas de 1985 fueron la explosión de un vuelo de Air India en la que murieron 329 personas. Supuestamente, los terroristas fueron entrenados en un campamento paramilitar de Alabama. Ese mismo año un coche bomba en Beirut provocó 80 muertos, un atentado perpetrado por la inteligencia libanesa entrenada y financiada por la CIA. Al año siguiente, los actos terroristas más graves en Oriente Próximo y Mediterráneo, fueron el bombardeo de Libia y los atentados en Siria en los que perdieron la vida más de 150 personas en abril de ese año. La autoría, agentes israelíes. El terrorismo internacional, aplicado a la política internacional de EEUU no es un invento actual, ni siquiera de la década de los ochenta. Durante dos décadas anteriores ya se utilizó contra Cuba. En 1961 la CIA ya gestionaba un presupuesto anual de cincuenta millones de dólares para un grupo especial denominado Mangosta que se dedicaba a operaciones de bombardeos de hoteles e instalaciones cubanas, envenenamiento de cultivos y ganado, contaminación de las exportaciones de azúcar, etc.
Chomsky nos recuerda cómo los editores del New Republic no ocultaron las intenciones de Bush en Afganistán y confirmaron la mentira sobre las intenciones en su reconstrucción y democratización en su edición del 5 de noviembre del 2001: "si dejamos un país sumido en el caos que no pueda servir de base de operaciones contra nosotros, habremos cumplido un objetivo necesarios"; y deberíamos "abandonar la obsesión por la reconstrucción nacional" que no es asunto nuestro. Efectivamente, dos años después del bombardeo de Afganistán, Amnistía Internacional denuncia que la seguridad está peor que antes, UNICEF que uno de cada dos niños está malnutrido y la Oficina para el Control del Tráfico de Droga de la ONU que el cultivo de opio se ha multiplicado por 18. Otra de las tesis manejadas por Chomsky es que el final de la guerra fría, de ningún modo sirvió para aplacar el belicismo de EEUU. O dicho de otro modo, en el fondo no era el enemigo soviético a quien se enfrentaba Norteamérica, sino "el nacionalismo autóctono, como había sido siempre". Es decir, el deseo de los pueblos de ser dueños de su destino y su futuro. "A las pocas semanas de la caída del muro de Berlín, Estados Unidos invadió Panamá, matando a cientos e incluso miles de personas, vetando dos resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU". La ausencia del contrapeso soviético, al contrario de lo que se podía pensar de que eliminaría la necesidad bélica de EEUU, provocaría que "por primera vez en muchos años Estados Unidos podía recurrir a la fuerza sin inquietarse por las reacciones rusas", según dijo un funcionario del Departamento de Estado tras la invasión de Panamá. De hecho el nuevo presupuesto para el Pentágono presentado por la Administración Bush tras el fin de la guerra fría, ya sin el pretexto de que "vienen los rusos", era todavía mayor.
Noam Chomsky nos recuerda que todos "entienden muy bien que el mundo puede ser tripolar en términos económicos, pero que es radicalmente unipolar en la capacidad para recurrir a la violencia". "Incluso antes del 11 de septiembre, Estados Unidos gastaba más que los quince países siguiente en defensa. No puedo terminar de otra manera que con un párrafo del libro "Piratas y emperadores. Terrorismo internacional en el mundo de hoy" en el que Noam Chomsky hace un llamado a la resistencia: "El aspecto positivo es que los sistemas de autoridad imperantes son frágiles, y lo saben. Se está haciendo un esfuerzo enorme para iniciar programas duros y regresivos y para neutralizar los movimientos populares de masas que se han gestado en todo el mundo de formas inauditas y sumamente alentadoras. No hay razón para sucumbir a esos esfuerzos, y sí todos los motivos para no hacerlo. El abanico de opciones disponible es amplio. Lo que se requiere, como siempre, es la voluntad y dedicación para buscarlas”.
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